sábado, 8 de febrero de 2014

¿Hermandad o Cofradía ?

¿Cuántas veces se ha venido a especificar que una Hermandad no es sinónimo de Cofradía? Sin embargo no hay referencias ni semánticas, lingüísticas o a ojos canónicos entre ambas acepciones. Y digo esto porque ni el Diccionario, ni el Derecho Canónico, los recoge así. Sin embargo, no es menos cierto que no siempre fue así, y que hasta 1983 Hermandad y Cofradía no eran la misma cosa. Sin ir más lejos, el Código que desde 1917 a 1983 estuvo en vigor, aclaraba este punto de una manera contundente. En concreto hemos de irnos al canon 707 del anterior Código. Contempla tres tipos de asociaciones de fieles, las órdenes terceras (dentro de una orden y para promover un tipo de vida más perfecta), las pías uniones (o Hermandades, destinadas a las obras de piedad y caridad) y lasCofradías (para el incremento del Culto Público). Lo dice así:

Can. 707. § 1. Associationes fidelium quae ad exercitium alicuius operis pietatis aut caritatis erectae sunt, nomine veniunt piarum unionum; quae, si ad modum organici corporis sint constitutae, sodalitia audiunt.

§ 2. Sodalitia vero in incrementum quoque publici cultus erecta, speciali nomine confraternitates appellantur.

La diferencia queda más que clara. Las Hermandades se constituían para el ejercicio de la caridad y las Cofradías para dar testimonio de fe. Esto ha de recordarnos que en el Concilio de Trento, preocupó y mucho este punto y que se impulsó la religiosidad popular, de manera que los fines reales de las “confraternizaciones” de fieles, no era otro que contrarrestar a la reforma protestante y conquistar la devoción del pueblo. ¿Eso implica que el Derecho Canónico de 1917 no obligara a la caridad a las Cofradías? Claro que no, es un precepto contemplado por cualquier cristiano, sólo que el fin primero y primordial de una Cofradía, era procesionar. ¿Y hoy día? El Concilio Vaticano II huye de la religiosidad popular, pretende cercenar la tradición conquistadora de la calle, camaleónicamente pretendió que nuestra fe la viviéramos en casa y en la Iglesia. Todo esto dicho de una manera muy general, por supuesto, y teniendo en cuenta que no está escrito en ningún lado...

Tras el Concilio y con el nuevo Código, Hermandad y Cofradía se equiparaban. La finalidad de ambos términos era idéntica, como su significado. Pero entonces, herencia de tantos años, se puso de moda por parte de algunos (error que muchos medios de comunicación repiten sin reflexionar al respecto), llamar vulgarmente a las cofradías hermandades, y reservar su nombre correcto para el cortejo procesional, sin que medie una base histórica ni jurídica que avale tal diferencia. A partir de los años 50 del siglo XX algunas colaboraciones literarias abundaban en la necesidad de precisar entre Hermandad y Cofradía. Porque en efecto, sí que eran hasta 1983, algo distinto. Tantos años pensando así, considerándolas cosas independientes, derivó en la actual equivocación que las trata por separado cuando llevamos 30 años sabiendo que son términos homólogos y homónimos. Ahora bien, el debate que ahora plantearíamos es otro: ¿debe la Iglesia volver a potenciar la práctica evangélica y la función didáctico/catequética de las Cofradías como su fin primordial y por el que se fundaron?