SAN
LUCAS:

La profesión médica nos trace suponer que él se dedicó mucho tiempo al estudio. Su formación cultural se nota también por el estilo de sus libros: su Evangelio está escrito en un griego sencillo, limpio y bello, rico en términos que los otros tres evangelistas no tienen. Hay que hacer otra consideración sobre su Evangelio, a más del hecho estilístico e historiográfico: Lucas es el evangelista que mejor que lo otros nos pintó la humana fisonomía del Redentor, su mansedumbre, sus atenciones para con los pobres y los marginados, las mujeres y lo pecadores arrepentidos. Es el biógrafo de la Virgen y de la infancia de Jesús. Es el evangelista de la Navidad. Los Hechos de los Apóstoles y el tercer Evangelio nos hacen ver el temperamento de San Lucas, hombre conciliador, discreto, dueño de sí mismo; suaviza o calla expresiones que hubieran podido herir a algún rector, con tal que esto no vaya en perjuicio de la verdad histórica.
Al revelarnos los íntimos secretos de la Anunciación, de la Visitación, de la Navidad, él nos hace entender que conoció personalmente a la Virgen. Algún exégeta avanza la hipótesis de que fue la Virgen María misma quien le transcribió el himno del “Magnificat”, que ella elevó a Dios en un momento de exultación en el encuentro con la prima Isabel. En efecto, Lucas nos advierte que hizo muchas investigaciones y buscó informaciones respecto de la vida de Jesús con los que fueron testigos oculares.
Santo
Evangelio según San Lucas 10, 1-9.
En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos, y los
envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a
donde él había de ir. Y les dijo: La mies es mucha, y los obreros
pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su
mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No
llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en
el camino. En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a
esta casa." Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz
reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la
misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero
merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que
entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que
haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de
vosotros."
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