Santo(s) del
día: San Antonio M. ªC.
Santo
Evangelio según San Lucas 12, 39-48.
Entendedlo
bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón,
no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad
preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del
hombre». Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros
o para todos?» Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el
administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de
su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente?
Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre
haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda
su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi
señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a
las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor
de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le
separará y le señalará su suerte entre los infieles. «Aquel
siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada
ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que
no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien
se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho,
se le pedirá más.
Meditación:
La
Palabra de Dios nos advierte de la fugacidad de la existencia
terrenal y nos invita a vivirla como una peregrinación, manteniendo
la mirada en la meta, en aquél Dios que nos ha creado y, porque nos
ha hecho para sí, es nuestro destino último y el sentido de nuestro
vivir. Paso obligado para llegar a tal realidad definitiva es la
muerte, seguida del juicio final. El apóstol Pablo recuerda que "el
día del Señor vendrá como un ladrón de noche", es decir sin
previo aviso. La conciencia del retorno glorioso del Señor Jesús
nos impulsa a vivir en una actitud de vigilancia, esperando su
manifestación en la constante memoria de su primera venida. [...]
¡Queridos hermanos, acojamos la invitación a la vigilancia, a la
que tantas veces nos llaman las Escrituras! Es la actitud de quien
sabe que el Señor volverá y querrá ver en nosotros los frutos de
su amor. La caridad es el bien fundamental que nadie puede dejar de
hacer fructificar y sin el cual todo otro don es vano. Benedicto
XVI, 13 de noviembre de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario